Aunque data del 2012, algunas salas cinematográficas están exhibiendo actualmente un documental que trata acerca de este espinoso tema...
Sé que, por sí mismo, es "polémico". Sé, también, que se han ofrecido al respecto múltiples posturas para tratarlo. Sin embargo, mi amor a Dios y al ministerio sacerdotal me motivan a escribir, esperando diversas reacciones, pero comprometiéndome a hablar con entereza y lealtad.
No es un tema nuevo, pero sí "novedoso". No es algo que se haya dado únicamente en esta época, pero sí algo que en nuestros tiempos ha creado viralidad.
Creo, dolorosamente, que este tipo de abusos existan. No puedo negar los hechos. Pero si ustedes me lo permiten, quisiera hablar de mi propia experiencia como ex alumno del Seminario:
Recuerdo con mucha gratitud mis años dentro de la Encina Tricentanaria del Seminario de Guadalajara. Fueron 13 primaveras que adornaron con múltiples colores y frutos exquisitos mi adolescencia y juventud. Fue una etapa maravillosa, y con toda razón puedo dar testimonio de lo hermosa que es la formación sacerdotal.
Yo no niego que puedan existir posturas que contradigan mi opinión, y quizás basadas en hechos reales y contemporáneos, pero ya he pedido que escuchen mi testimonio y quisiera continuar:
Nunca, doy fe, se nos enseñó a abusar de las personas. Jamás se nos pidió que aprendiéramos a seducir menores, o a traicionar familias. Nunca se nos "inició" en la mentira y la falsedad. Jamás se nos dieron clases de cómo evadir la justicia civil, ni mucho menos la divina...
En el Seminario se aprenden las ciencias de humanidades (Seminario Menor), y las netamente sacerdotales (Filosofía y Teología). Se trata de formar integralmente a cada candidato, recibiendo formación humana, espiritual, vocacional y pastoral. Si el candidato es sincero, y si se abre sin reticencias ante sus formadores, podrá recibir a tiempo una orientación adecuada, para continuar el camino sacerdotal o para dejarlo prudentemente.
Además, tratándose de una vocación, es decir, de un auténtico "llamado", el candidato debe ir descubriendo en la oración y apoyado en sus cualidades humanas, el camino seguro para poder servir a Dios y a la comunidad a través de su ministerio como sacerdote, o desde cualquier otro sendero que él, en conciencia, descubra que debe seguir.
Como hemos visto, esta oleada de ataques responde, efectivamente, a una realidad. Sucesos que se han hecho públicos con el poder de los medios de comunicación social. No son ficticios, ni ofrecen algo que nunca antes se haya vivido... Así, pues, como hechos que son, tienen sus consecuencias, y los hombres consagrados que han caído en estos crímenes tienen su grande y grave culpa, y han de responder por sus actos...
Lejos de esconder su fechoría ni tapar la realidad ni esconder la deshonra que a la Iglesia han propiciado, me atrevo a pedir por ellos, por sus víctimas, y por la Iglesia que quiere ser fiel a su Señor en medio de tales turbulencias.
Todos sabemos que si existe una sociedad execrable, es porque no hay familias ejemplares. Los individuos son quienes propician o estorban el crecimiento de la raza humana... tal vez el verdadero problema "reposa" en el seno de nuestros hogares...
Quisiera concluir con palabras del Santo Padre Benedicto XVI. Son frases que, creo, sintetizan muy bien lo que en el fondo he deseado expresar:
"Queridos hermanos, les escribo con gran preocupación... Al igual que ustedes, estoy profundamente consternado por las noticias sobre abusos de niños y jóvenes indefensos por parte de miembros de la Iglesia, especialmente sacerdotes y religiosos... Han sufrido dolorosamente y pido perdón. Sé que nada puede borrar el mal que han soportado. Su confianza ha sido traicionada y violada su dignidad... Expreso abiertamente la vergüenza y el remordimiento que sentimos todos. Sé que a algunos les resulta difícil incluso entrar en una iglesia después de lo que ha sucedido. Les pido: no pierdan la esperanza..."