"Urgando" en las redes sociales, tuve la oportunidad de leer un comentario que me hizo recordar y, a la vez, valorar la vida y lo que en ella se me ha ido presentando cada jornada...
Omitiendo el nombre y sin abordar demasiado el comentario, me enteré de que a uno de mis Amigos le han detectado la "enfermedad del siglo", una "dolorosa y silente asesina": Diabetes.
Para él, y ciertamente también en determinado momento lo fue para mí, esta enfermedad suponía "el acabose", la cosa "más dura y fatal que puede ocurrirte", la "más grande prueba que Dios te puede mandar"...
Y al pasar y repasar estas palabras, y al constatar que yo desde hace 7 años soy diabético, me di cuenta de que sí es posible continuar viviendo... y aprender a vivir con ella...
Por supuesto: La vida cambia... sin duda que "nada vuelve a ser igual"... y para manejarla adecuadamente, queda claro de que no es posible continuar con tus mismos hábitos: se deben modificar tus horarios, tus alimentos, tus gustos, tus rutinas, tus descansos... y es duro saber que eres un número más en las cifras que atestiguan que México es uno de los Países con más casos de esta "hermanita incómoda"...
¡Ah, y cómo se te antoja lo que sabes que más te daña! Y hay que acostumbrarse a las comidas insípidas... y digan lo que digan, lo "light" tiene un "saborcito raro y hostigoso"... y también termina por dañar...
Sin embargo, este post no pretende quedarse en describir la enfermedad y sus horribles consecuencias, sino más bien, intenta ofrecer una luz de esperanza para aquellos que, como mi Amigo, se sienten deprimidos por el peso de un réprobo test de glucosa o por las inumerables vicisitudes que la vida nos va presentando día con día...
Yo sigo enfermo, y siento igualmente el peso de sus síntomas... pero también tengo esperanza, y bendigo la oportunidad de seguir con vida y de poder compartir la existencia, mis cualidades, mis conocimientos y toda mi persona con todos los que conmigo se relacionen...
No hay motivos, pues, para "ir para atrás"... Si realmente tenemos fe, si sabemos que Dios nos acompaña y que nos ama "como a las niñas de sus ojos", sigamos luchando... sigamos andando... ¡Vamos para adelante!
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