Señor, aquí está tu hijo, hablándote desde su corazón, y escribiéndote detrás de un monitor...
Ahora, que la enfermedad me visita, quiero darle una justa y merecida bienvenida, porque sé que también ella forma parte de la raza humana, y tengo la certeza de que el dolor y el sufrimiento, si se viven con y por amor, no se quedarán sin dar, a su debido tiempo, el fruto mejor...
Cristo nos enseñó que la cruz no es la meta, el final, sino el camino, la ruta, a la victoria de la resurrección... ni Él ni Tú se recrearon en la Pasión... ella fue sólo el "medio" más apropiado, la "opción" más segura para alcanzar la Salvación...
En mi angustia, derramo unas cuántas lágrimas, queriendo desahogar mi interior... de mis labios salen unos cuantos gemidos, intentando musitar mi frustración... perdona mis querellas, humano soy... recíbelos como ofrendas, porque tuyos son...
No te quiero fallar, Dueño de mis días... ayúdame a permanecer, como lo hizo tu Hijo, firme y digno ante el dolor... dame las fuerzas que sean necesarias para no desperdiciar esta oportunidad de recibir y de dar amor...
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