Desde que Joseph Ratzinger se convirtió en Benedicto XVI, no han cesado los comentarios en cuanto a su persona, su disciplina, o sus escritos... El Vicario de Cristo número 265, ha sido el "foco" de innumerables críticas, y tanto creyentes como no creyentes han participado con su opinión, evidenciando sus "logros" o "tropiezos"...
El día de hoy amanecimos con una sorpresiva noticia: "El Papa anuncia su dimisión".
Según sus propias palabras, he aquí un extracto:
"He llegado a la certeza de que mis fuerzas, debido a mi avanzada edad (85 años), no se adecuan por más tiempo al ejercicio de mi Ministerio. Con total libertad declaro que renuncio al Servicio de Obispo de Roma y Sucesor de San Pedro".
A los Cardenales, reunidos en el Consistorio (reunión del Colegio Cardenalicio para ayudar al Papa en el gobierno de la Iglesia), la noticia llegó tan repentina, que les costaba dar crédito a lo que oían... sin embargo, a nombre de todos ellos, el Card. Angelo Sodano (Decano del Colegio Cardenalicio), expresó un emotivo discurso, que concluía:
"Estamos cerca de usted, Padre Santo. Bendíganos".
Esta dimisión se hará efectiva hasta el 28 de febrero del año en curso, y posteriormente los Cardenales deberán reunirse para, en cónclave, elegir al próximo Papa...
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En las redes sociales, y en general en todos los medios de comunicación social, esta noticia ha generado acérrimas polémicas, desde vagas o muy malas comparaciones con su antecesor (el B. Juan Pablo II), hasta cualquier tipo de halagos o insultos...
Y es que, Benedicto XVI, no cabe duda, es un Papa "poco común". Para muchos de nosotros, el único testimonio petrino que conocíamos era el de Juan Pablo II, y su gran sonrisa, su carisma por la juventud, sus múltiples viajes, sus escritos pontificios, su gusto por las artes o los deportes, su diplomacia, su tenacidad ante las enfermedades y su esfuerzo sobrehumano por conducir la Barca de Pedro hasta el fin, hicieron que ante la noticia de su Sucesor, el alma se "confundiera" y el espíritu se "tambaleara"...
Sin embargo, debemos comprender que "ser Papa" no implica haber recibido un Sacramento, y como tal no supone una Ordenación. No hay un "hasta la muerte". Se trata de una función, de un encargo, de un carisma ordinario... y del cual se puede dimitir...
Por ello, considerando su avanzada edad y su estado real de salud, deberíamos aplaudir la decisión del Santo Padre. Decisión que no fue tomada en base al sentimentalismo o la opinión popular, sino previendo lo que la Iglesia realmente necesita: Un Papa fuerte y saludable, lúcido en su mente, sólido en su cuerpo, y capaz de regir la Iglesia "según el corazón de Dios".
Benedicto XVI, luego de que se haga efectiva su dimisión, será el Obispo emérito de Roma... volverá a ser el Card. Joseph Ratzinger... retornará a sus libros y al desarrollo de la teología católica... y desde la tranquilidad de Castel Gandolfo (el paradisíaco lugar de descanso del Papa), o desde la soledad de cualquier monasterio, seguirá sirviendo a la Iglesia... como lo hizo durante su servicio de ocho años al frente de la Barca de San Pedro... como lo ha querido hacer siempre...
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