Un día como hoy, y por trece ocasiones distintas, tuve el privilegio de anunciar el Día del Seminario...
¡Qué oportunidad tan maravillosa para compartir con los fieles qué es y qué se hace en la Institución que se encarga de formar a los futuros sacerdotes!
¡Qué gran cariño el que aún le profesa el pueblo de Dios a quienes se están preparando para ser los "alter Christus" en medio de la Asamblea creyente!
Recuerdo aquellos años maravillosos, y lejos de sentir nostalgia, me llenan el corazón de alegría... era siempre una experiencia maravillosa...
Puedo decir que el Seminario "me hizo lo que soy", y agradezco infinitamente a quienes colaboraron para que yo pudiera encontrarme con Dios y capacitarme para corresponder a su llamado, sea dentro o fuera de esta venerable Casa...
También aquí, desde este punto, quisiera "cooperar" con el anuncio... sí, desde este espacio, quiero ser mensajero de "buenas nuevas", y solicitar apoyo:
El próximo domingo, 3 de marzo, celebraremos, primero Dios, el Día del Seminario, el día de nuestro seminario diocesano.
Los niños, adolescentes y jóvenes que ahí se forman, necesitan de nuestra ayuda:
a) Espiritual.- Es el apoyo más importante que podemos brindarles. Desde cualquier lugar y a cualquier hora, tenemos la oportunidad de ofrecer esa oración, ese sacrificio, esa jaculatoria, esa obra buena, por aquellos que forman y son formados en el Semillero de Vocaciones.
b) Económica.- Pues aunque algunos de los seminaristas aportan una cantidad meramente simbólica (no todos los alumnos pagan. Algunos cuentan con beca; a otros los apoyan bienhechores), es nuestra caridad la que ayuda a que los gastos "normales" de una Institución formativa sigan pagándose: agua, luz, teléfono, educación, manutención alimenticia, etc.
c) Moral.- Apoyar a los seminaristas "no nos cuesta nada"... a fin de cuentas, si llegan a ordenarse, ellos estarán allí, siempre que los necesitemos (bautizando, confesando, repartiéndonos la Eucaristía, etc.). Y si no llegaran a ordenarse, al menos contarán con una excelente formación, y podrán quizás, como ahora puedes leer este post, escribirte desde una computadora y solicitarte, una vez más, tu amable cooperación...
¡Felices son, porque han creído!
Querido lector... si Dios te llama, no lo dudes, atiende a su voz. Quizás también a ti hoy te diga:
"¡Ven y sígueme!"
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