martes, 25 de junio de 2013

Inician treinta y cuatro (Poesía)



Inician treinta y cuatro:
Misterios revelados,
augurios compartidos,
caprichos anegados.

* * * * * *

Inician treinta y cuatro:
Sentidos aclarados,
deseos atrevidos,
caminos acortados. 

* * * * * *

Inician treinta y cuatro:
Dolores esfumados,
orgullos muy heridos,
milagros esperados.

* * * * * *

Inician treinta y cuatro:
Alientos perfumados,
esfuerzos aguerridos,
amigos anhelados.

* * * * * *

Inician treinta y cuatro:
Y de hinojos, postrado,
agradezco y bendigo,
por el don más ufano.

* * * * * *

Inician treinta y cuatro:
Corazón inspirado,
feliz y enternecido,
mezcla de amor… y barro…

domingo, 23 de junio de 2013

La paradoja


Duodécimo Domingo del tiempo Ordinario...

Como siempre, la liturgia nos presenta pasajes riquísimos para reflexionar. Fijaré brevemente mi atención en un párrafo del Evangelio de hoy, según San Lucas (Ver Lc 9, 18 - 24):

"Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará..."

* * * * * * 

Según los diccionarios, una paradoja es "una idea extraña, opuesta a lo que se considera verdadero según la opinión general". Jesús era experto en plantear paradojas.

Aquí tenemos un buen ejemplo:

El Maestro dice que si alguien quiere "conservar su vida, la perderá; pero que si alguien la pierde por su causa, la encontrará"...

¿Qué querría decir Jesús con eso?

Probablemente de este texto se podrán hacer muchas consideraciones, yo sólo expongo dos:

1. "Conservar la vida" podría entenderse como "evitar contratiempos", "huír de los problemas", "no exponerse a las críticas", "hacer a un lado los malos entendidos"... En pocas palabras "quedar bien" con todos... Granjearse amistades "de este mundo"...

2. Perderla, pero por su causa... es decir, por causa de la "justicia", por causa "del Reino de los Cielos"... Sólo así vale la pena y es meritorio perderla... sólo así se encontrará...

Como vemos, para Cristo, ganar es "perder", pero perder es "ganar".

domingo, 16 de junio de 2013

¡Si Tú supieras!


Querido Jesús:

El día de hoy nos leyeron en Misa un trocito del Evangelio según San Lucas (Lc 7, 36 - 8, 3).

¿Sabes? Me gustó mucho... porque en el texto pude descubrir mejor tu corazón amable, tu espíritu lleno de misericordia, y tu pecho abierto en perdón para quienes se acercan a Ti sinceros y arrepentidos...

Muchos personajes en escena, y cada uno de ellos merecería unas cuántas líneas... pero yo sólo quiero fijarme en un fariseo que te invitó a comer... un tal "Simón".

Es curioso que su nombre en hebreo signifique "el que obedece"... pero en griego, "el de la grande nariz"... No sé cuál de estos términos se le adapte mejor, por ello quiero hacer una breve alusión a los dos:

1. "El que obedece".- Simón era un fariseo, es decir, un "cumplidor acérrimo de la ley", un hombre versado "en la Torá y en los Profetas". Ciertamente, era un judío "obediente"... por un lado, oía frecuentemente la voz de Dios en su Palabra... y también era obediente a la voz de su conciencia. Por ello, cnsidero, pudo vencer todas las dificultades para invitarte a su casa y brindarte alimento, dispuesto a conocerte más y a interesarse por lo profundo de tus enseñanzas...

2. "El de la grande nariz".- No me refiero a un "defecto físico". Quiero aludir más bien a la capacidad de "percibir" lo que algunos otros, simplemente, dejarían de lado... Simón se enfadó mucho, porque una "mala mujer" entró en su casa y se puso a lavarte y perfumarte los pies... 

El título de este post responde, precisamente, al "enfado" de Simón. El texto dice que el fariseo se puso a pensar: "Si este hombre fuera profeta, sabría qué clase de mujer es la que lo está tocando; sabría que es una pecadora".

Y sí, Tú sí sabías quién era. Sabías cuál era "su clase"... Esa pobre mujer había tomado una decisión terrible, la más importante de su vida: Se llamaba "conversión".

¡Ah, Jesús, si Tú supieras!

Habemos muchos Simones por aquí... hay bastantes hipócritas que sabemos juzgar y señalar con el dedo a la gente que es "diferente"... existimos muchos que nos creemos "buenos"...

Pero Tú sí sabes... quizás somos nosotros los que no sabemos, porque vemos sólo "el exterior"... conocemos la vida "por fuera" de nuestros semejantes, pero casi nunca echamos un vistazo a su interior...

Esa mujer se fue justificada... se le perdonó mucho... porque amó mucho...

Perdóname a mí, Señor... ¡Yo también te amo!

sábado, 8 de junio de 2013

Joven, yo te lo mando: ¡Levántate!


Domingo X del tiempo Ordinario.

San Lucas nos relata en su Evangelio (Ver Lc 7, 11 - 17) que Jesús, entrando en una ciudad llamada "Naím", contempló una marcha fúnebre... se trataba del hijo único de una pobre viuda...

El Divino Maestro, compadeciéndose, se acercó a la mujer y le dijo: "No llores"... luego, tocando el féretro, conminó al difunto: "Joven, yo te lo mando: ¡Levántate!"

El muchacho se levantó... y se puso a hablar... 

El Evangelio termina diciéndonos cómo Jesús se lo entregó a su madre, y la gente alababa a Dios por cuanto acababan de presenciar...

* * * * * * * * * *

¿Cuántas mujeres (viudas, casadas, o madres solteras) habrá por allí, llorando por sus hijos (ya difuntos o "muertos en vida"), abrumadas, desanimadas, y sin encontrar consuelo?

Pues a cada una de ellas, también hoy Jesús se acerca y les dice: "No llores"... 

Recordemos que la Palabra de Dios es viva y eficaz (Ver Hb 4, 12), por ello, las de Jesús no se quedan en una mera "emisión de voz", sino que trascienden a una concreta acción.

Jesús, acercándose a cada uno de estos "difuntos", también les dirá:

"Joven, yo te lo mando: ¡Levántate!"

- Levánte tú, que sientes el peso de la analfabetización, aún presenciando las aulas de clase, por el poco o nulo compromiso de tus profesores.
- Levántate tú, que sobrevives con unos cuantos mendrugos, a causa de la injusticia y de la tan mala distribución de las riquezas que hay en nuestro País.
- Levántate tú, que has perdido la ilusión por la vida, que crees que todo será mejor sin ti, que piensas que nadie te echará de menos, y por eso estás a punto de rasgarte las venas...
- Levántate tú, que presa de las drogas, el alcohol, o la pornografía, te comportas como un títere a merced de quienes, sin escrúpulos, se han jugado a los dados tu suerte...
- Levántate tú, a quien en ninguna parte le dan trabajo porque "no tiene la experiencia necesaria", y debes mantener, con tan corta edad, a una esposa y uno o dos pequeños...
- Levántate tú, a quien se le hizo fácil sacar una tarjeta de crédito, y por más que lo intentaste, y por más puntual que quisiste abonarle, ya nunca lograrás pagarla...
- Levántate tú, que vives confundido en tu identidad... que no sabes si naciste o te hiciste... que estás por "salir del clóset", pero... pero... pero...
- Levántate tú, que hace años que no vives tu fe, porque alguna vez, en alguna ocasión, alguien te defraudó...
- Levántate tú, que has echado en saco roto los consejos de tus padres y formadores, y decidiste andar con ese amigo o amiga que bien sabes que no te conviene...

El jóven del Evangelio se levantó... y se puso a hablar... 

Si el Señor ordena... no hay de otra... se debe obedecer... 

Ya nos lo recuerda la Palabra de Dios: "La boca habla de lo que está lleno el corazón" (Ver Mt 12, 34)... 

Y es que si hemos sido testigos de las maravillas de Dios... ¿Cómo callar?