domingo, 16 de junio de 2013

¡Si Tú supieras!


Querido Jesús:

El día de hoy nos leyeron en Misa un trocito del Evangelio según San Lucas (Lc 7, 36 - 8, 3).

¿Sabes? Me gustó mucho... porque en el texto pude descubrir mejor tu corazón amable, tu espíritu lleno de misericordia, y tu pecho abierto en perdón para quienes se acercan a Ti sinceros y arrepentidos...

Muchos personajes en escena, y cada uno de ellos merecería unas cuántas líneas... pero yo sólo quiero fijarme en un fariseo que te invitó a comer... un tal "Simón".

Es curioso que su nombre en hebreo signifique "el que obedece"... pero en griego, "el de la grande nariz"... No sé cuál de estos términos se le adapte mejor, por ello quiero hacer una breve alusión a los dos:

1. "El que obedece".- Simón era un fariseo, es decir, un "cumplidor acérrimo de la ley", un hombre versado "en la Torá y en los Profetas". Ciertamente, era un judío "obediente"... por un lado, oía frecuentemente la voz de Dios en su Palabra... y también era obediente a la voz de su conciencia. Por ello, cnsidero, pudo vencer todas las dificultades para invitarte a su casa y brindarte alimento, dispuesto a conocerte más y a interesarse por lo profundo de tus enseñanzas...

2. "El de la grande nariz".- No me refiero a un "defecto físico". Quiero aludir más bien a la capacidad de "percibir" lo que algunos otros, simplemente, dejarían de lado... Simón se enfadó mucho, porque una "mala mujer" entró en su casa y se puso a lavarte y perfumarte los pies... 

El título de este post responde, precisamente, al "enfado" de Simón. El texto dice que el fariseo se puso a pensar: "Si este hombre fuera profeta, sabría qué clase de mujer es la que lo está tocando; sabría que es una pecadora".

Y sí, Tú sí sabías quién era. Sabías cuál era "su clase"... Esa pobre mujer había tomado una decisión terrible, la más importante de su vida: Se llamaba "conversión".

¡Ah, Jesús, si Tú supieras!

Habemos muchos Simones por aquí... hay bastantes hipócritas que sabemos juzgar y señalar con el dedo a la gente que es "diferente"... existimos muchos que nos creemos "buenos"...

Pero Tú sí sabes... quizás somos nosotros los que no sabemos, porque vemos sólo "el exterior"... conocemos la vida "por fuera" de nuestros semejantes, pero casi nunca echamos un vistazo a su interior...

Esa mujer se fue justificada... se le perdonó mucho... porque amó mucho...

Perdóname a mí, Señor... ¡Yo también te amo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario