Nuestro mundo, a lo largo de los siglos, ha
ido creciendo en muchos aspectos: la ciencia, la tecnología, las
comunicaciones… y nos da mucho gusto escuchar este tipo de noticias; pero
también, por otro lado, y como constantes “malas noticias”, ha ido perdiendo
una serie de valores que han hecho de los hombres, más que seres autónomos,
perfectos individualistas.
La sociedad vive “presa” de sus propias
“creaciones”: la violencia, los vicios, la informalidad, el estrés, el miedo… y
los adolescentes y jóvenes son los más susceptibles para caer en las garras del
crimen organizado, de la inactividad en la escuela y el trabajo (los famosos
“ninis”), la falta de criterios personales (el “aborregamiento”) y el desánimo
por la vida que termina, lamentablemente, en suicidios…
Si el mundo “anda mal”, es porque los
individuos “andan mal”. Por eso, es tan importante fomentar el cambio personal,
trabajar desde la persona concreta para poder “salvar” a la sociedad.
El YOUCAT
afirma:
“Toda
sociedad se fundamenta en una jerarquía de valores que se realiza mediante la
justicia y la caridad”
(YOUCAT 324).
Esto significa que los principios inamovibles
donde se sientan todas las estructuras sociales, como la familia, la escuela,
el estado, la iglesia, etc., deben estar presentes y siempre operantes.
La justicia y la caridad serán los “efectos”
donde la sociedad verá reflejados todos sus esfuerzos…
Sin embargo, será imposible que haya
sociedades justas y caritativas si no hay primero individuos justos y
caritativos. Por eso, vamos bajando hasta lo concreto, y veamos qué podemos
hacer nosotros para cambiar y construir una nueva sociedad:
- Si
atendemos a los consejos de nuestros papás.
- Si
escuchamos la voz de nuestros maestros y catequistas.
- Si
hacemos nuestras tareas y no las copiamos.
- Si
aprovechamos nuestro tiempo y no lo desperdiciamos en vicios.
- Si
luchamos por ser honestos en los exámenes.
- Si
procuramos darle el tiempo que sea necesario a nuestros estudios.
- Si
sabemos huir de las tentaciones y respetamos nuestro cuerpo y el de los demás.
- Si
celebramos nuestra fe, participando piadosa, consciente y activamente en la
Eucaristía todos los domingos.
- Si
ayudamos a quien más lo necesita.
- Si
sabemos trabajar en equipo y no deseamos sólo que se haga lo que “yo quiero”.
Estas son sólo algunas acciones concretas,
pero… ¿Qué más podemos hacer para comprometernos con Cristo a construir una
nueva sociedad?
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