En una comunidad foránea, una madre y su hijo fueron a dar un paseo por las montañas.
Después de caminar unas cuantas horas, se encontraron ante un pequeño río y, brevemente, discutieron si era conveniente seguir la ruta o regresar a casa... ambos estuvieron de acuerdo en aventurarse y cruzar el río.
Sin embargo, la madre, previendo cualquier peligro, dijo a su pequeño:
- "Hijo, dame la mano".
- No, mamá - contestó el infante - ¡Dame tú la mano!
- ¿Y eso? ¿Cuál es la diferencia?
- Mamá, si yo te doy la mano, puede ser que me asuste a mitad del río... o también que mis fuerzas sean tan pocas que ante la corriente sea yo quien suelte tu mano... en cambio, si tú me la das, yo sé que, pase lo que pase, jamás me vas a soltar...
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Querido lector, deja que sea Dios quien tome tu mano... ¡Nada más seguro!
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