Érase una vez, en un lejano país, dos leñadores que se disponían a participar en el concurso anual que su tierra natal solía ofrecer para honrar las fechas decembrinas.
Ambos podrían usar un hacha, y tendrían a su disposición los árboles que parecieran necesarios. Durante ocho horas diarias, por una semana, podrían hacer toda la leña que fuese posible; el pueblo la ocuparía para ambientar la Navidad, así que nada se desperdiciaría.
Los dos acudieron a su cita, muy puntuales, y los dos se esforzaron mucho en su trabajo... los dos lograron hacer leña de 6 árboles... los jueces determinaron un "empate", y el día acabó entre aplausos y felicitaciones.
El segundo día, igualmente, ambos puntuales, ambos laboriosos, y ambos con la leña de 6 árboles. Mismas congratulaciones, y mismo regocijo...
Pero al tercer día, uno de los leñadores ya no pudo hacer 6 árboles, tan solo 5. "Algo" le falló... Su compañero sí lo logró, y él se quedó muy extrañado. El "marcador", por vez primera, se inclinaba hacia uno de los participantes...
Al cuarto día, las cosas continuaron raras: Por más que se esforzaba, aquel leñador sólo logró hacer 4 árboles... y nuevamente ganó su oponente la contienda...
Así siguieron las cosas, y al final de la semana, el leñador que bajó en su "rendimiento" preguntó al leñador que había ganado el concurso:
- Amigo, antes que nada, te felicito por tu gran labor. Perdona que lo pregunte, pero... ¿Cómo lograste hacer 6 árboles cada día, todos los días?
- ¡Ah! - respondió el leñador, amablemente - Lo que pasa es que cada noche, al terminar nuestro duelo, me retiraba un momento a solas con mi instrumento de trabajo... Mi padre me enseñó que hay que darse un tiempecito "extra" para afilar el hacha... de otra manera, si mi herramienta no se encontrara en buen estado, aunque me esforzara mucho, solo estaría perdiendo energías y trabajando en vano...
* * * * * * * * * *
¿Cuántas veces nos hemos sentido más que extenuados por el enorme peso de nuestras jornadas? Nos esforzamos bastante, pero no vemos "resultados" halagadores... nos cansamos mucho, pero el fragor del día nos agobia y nos deja a punto de la rendición...
Es que nos hace falta darnos un tiempecito "extra"...
Se trata de "optimizar" nuestra herramienta de trabajo (se llame como se le llame: cuerpo, espíritu, ánimo, amistad, salud, sueño, corazón, etc.).
La única manera posible para no claudicar en nuestro trabajo cotidiano, y la única forma de no perdernos en la rutina, está en el "mantenimiento" que le demos...
No lo olvides: ¡Debes afilar tu hacha!
No hay comentarios:
Publicar un comentario