miércoles, 17 de octubre de 2012

Antigénesis



Al principio, creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era un planeta bendecido con belleza y vida; en el cielo volaban las aves y los astros resplandecían en el firmamento; todo había sido hecho muy bueno, y el hombre fue puesto como responsable de la creación; y el espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas.

Y dijo el hombre: ¡Que se acabe la luz! Y el hombre comenzó a despreciarla. Generó electricidad e inventó aparatos que la dieran artificialmente. Prefirió la oscuridad y el caos, y sus noches parecían “día”, y sus días se tornaron oscuros. Así fue el sexto día antes del fin.

Y dijo el hombre: ¡Que se acabe el firmamento! Y el hombre comenzó a contaminar el aire y a hacer un grande hueco en la capa de ozono. Los rayos solares lo llenaron de enfermedades y los bloqueadores que inventó le resultaron insuficientes. Así fue el quinto día antes del fin.

Y dijo el hombre: ¡Que se acaben los mares y el suelo! Entonces, comenzó a tirar basura y a contaminar los mares. Luego, con el fin de “aprovechar” la vegetación, comenzó a talar los árboles y acabó con los bosques y las selvas. El hombre sabía que este riesgo "debía correrse". Así fue el cuarto día antes del fin.

Y dijo el hombre: ¡Obedezcamos a los astros! Y así fue. Estudió el firmamento e inventó los horóscopos. Las estrellas iluminaron su destino y siguió puntualmente sus enseñanzas. Así fue el tercer día antes del fin.

Y dijo el hombre: ¡Que se acaben las aves y los peces! Y el hombre se afanó en exterminarlos: Derramó petróleo sobre los mares y contaminó el aire; cazó y pescó durante muchos años sin preocuparse de que varias especies pudieran extinguirse. El hombre estuvo muy contento, porque sabía que podía utilizarlas según sus antojos. Así fue el segundo día antes del fin.

Y dijo el hombre: ¡Que se acaben todas las demás especies de animales! Y así fue. Quiso “domesticar” a los animales salvajes, y éstos pronto murieron; cazó por mera diversión, incluso le llamó “deporte”; engordó con químicos a los ganados y exterminó a todos los reptiles y bestias del campo. El hombre bendijo su necedad y multiplicó su tecnología y armamento para dominarlos.

Entonces, dijo el hombre: ¡Terminemos de una buena vez con la humanidad! Y el hombre se dañó a sí mismo; siendo imagen de Dios, hombres y mujeres lo hicieron. Inventó una buena manera de evitar los nacimientos y acabar con aquellos que ya no eran productivos. Inventó el poder y le agradó el confort. Encontró satisfacción viviendo sin compromisos y acabó con la familia. Dañó con “creatividad”, robó, y asesinó “con justicia”; decidió dejar de pensar e hizo la televisión, los juegos de video, los teléfonos celulares, y muchos otros aparatos electrónicos, los usó mal y le ayudaron a perder el tiempo; con su modo de vivir se llenó de enfermedades, incluso inventó virus y los regó por el mundo; llamó “locos” a los que creían en Dios y se olvidó de su responsabilidad de cuidar la creación. El hombre pensó que ya era imposible vivir así. Y así fue el día antes del fin.

Así quedaron destruidos los cielos y la tierra y todo cuanto contenían. Cuando llegó el día séptimo, Dios contempló el caos y su descanso se vio interrumpido…

Esta es la historia del exterminio de la hermosa creación de Dios por manos del hombre.

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Amigo lector, esta sólo es una pequeña narración... ¿Verdad que sí? Hagamos lo posible porque esto jamás suceda... está en nuestras manos... ¡Conservemos la Creación!

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