martes, 16 de octubre de 2012

No es lo que se diga... sino cómo se diga


En cierta ocasión, un joven ciudadano, con bastante dinero pero sin demasiada cultura, quería vender una de sus posesiones "relegadas"...

Después de poner algunos anuncios publicitarios en la finca, pero sin obtener siquiera a un posible comprador, decidió colocar un anuncio en el periódico de mayor circulación de su tierra.

Su mensaje fue "breve" y "directo":

"Vendo casa chica en la periferia de la ciudad. Informes al teléfono xxxx xxxx"

Para su sorpresa, nadie lo llamó. Al parecer, su mensaje no tenía el tan preciado "impacto" que requiere esa ley de "oferta y demanda" que rige a cualquier negocio...

Un tanto desanimado por su fracaso, aprovechó una cita que tenía con sus compañeros para platicar con uno de sus amigos: se trataba de un joven soñador, estudiante y con un gran sentido literario y del humor.

Después de enterarse del asunto, aquel joven amigo se ofreció para publicarle un nuevo aviso.

Tomó una servilleta y, dibujando una gran sonrisa en su rostro, usó la pluma que siempre cargaba en el bolsillo de su saco, y garabateó unas cuantas letras.

Inspirándole confianza, alargó la servilleta a su amigo, y éste leyó:

"Disfrute de una acogedora vivienda, ubicada lejos del arjetreo y de los ruidos de la gran ciudad. Ideal para su descanso y recreación. Escuche por la mañana el canto de los pájaros y disfrute de la brisa de los campos al caer el sol. Con gusto podré indicarle dónde acaba su sueño y comienza su nueva realidad: Llame al teléfono: xxxx xxxx"

Ambos rieron y se despidieron.

Después de unos días, los amigos se encontraron, y el joven literato preguntó a su compañero:

- Amigo, ¿pudiste vender tu finca?

A lo que el "vendedor inculto" respondió:

- No, amigo mío. Al leer tu escrito cai en la cuenta de la riqueza que tengo olvidada. ¡Mi vivienda no se vende! 

* * * * * * * * * 

¿Cuántas veces nos ocurre algo parecido a cada uno de nosotros? 

Constantemente "ofrecemos a la venta" todo aquello que, sin reconocer el real valor que portan, consideramos "poco atractivo": nuestra imagen o figura, nuestra autoestima, nuestras relaciones, nuestra espiritualidad...

Necesitamos urgentemente a ese "amigo" que nos ayude a descubrir la riqueza que a lo largo de los años hemos ignorado y despreciado. Es necesario que pidamos a quien sí sabe escribir, que nos ofrezca una "nueva y refrescante versión" de nuestro "aviso de ocasión"...

Jesús es todo un experto... lee su Palabra...

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