viernes, 12 de octubre de 2012

Las "dos caras" de esta moneda...


"ÁGUILA": Tradición, fervor, amor mariano, devoción, piedad popular...

Estos podrían ser los distintivos más evidentes y positivos del evento que un día como hoy convoca no sólo a tapatíos, sino a casi dos y medio millones de personas de distintas partes del mundo: Me refiero a la Romería de Nuestra Señora de Zapopan.

Después de su peregrinar de cinco meses (a partir del 13 de junio de cada año), por las distintas parroquias, hospitales, santuarios, mercados, seminarios y casas formativas de la Urbe Tapatía (y de otros lugares privilegiados, previa solicitud), la "Patrona de la Arquidiócesis de Guadalajara" retorna a su Santuario Franciscano.

Es increíble el "derroche" de vivas, de cantos y alabanzas, de porras y de afecto que los fieles le brindan; por muchas razones esta es la fiesta popular católica más importante de nuestras tierras.

"SOL": Fanatismo, mercadeo, desorden, irreverencia, abusos de todo tipo...

Otros aspectos que año con año se viven durante esta jornada, y de los cuales casi nadie habla, y que muy poco se comentan, aunque son fácilmente perceptibles...

Muchas personas asisten sólo por el gusto de caminar, de ejercitarse, o de comprarse una "guzga"; las avenidas y las calles aledañas se transforman en un gran tiánguis donde se vende prácticamente "de todo"; el ambiente de feria, además, atrae a uno que otro "malandro" o "amante de lo ajeno"; la "masa irracional" está presente, y hay quiénes se sienten muy a gusto entre "apretones" y "roces forzados"; los precios se elevan, y el público es fácilmente convencido de comprar lo que no necesita... o de comer lo que no le nutrirá.

¿Cuánta gente irá y volverá de la Romería cargando con su misma vida tibia y poco comprometida? ¿Cuántas personas seguirán pensando que caminar esos siete kilómetros, o andar de rodillas hasta sangrar las hará "más dignas" del favor divino? 

* * * * * * 

Ojalá que estos eventos nos lleven a vivir mejor... quiera Dios que en cada uno de nosotros la simple "creencia" baje al corazón, transformándola en una auténtica "profesión de fe".

Recordemos las palabras del Señor:

"Misericordia quiero y no sacrificios, conocimiento de Dios y no holocaustos"  (Os 6, 6)

Quedémonos con la "mejor cara": ¡Bienvenida seas, Madre, a tu Santuario!

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