jueves, 25 de octubre de 2012

Servir a Dios... servir al dinero...

"El dinero, en sí, no es ni bueno ni malo, 
su valor depende del ojo que lo percibe y de la mano que lo gasta"

El Evangelio de San Lucas nos muestra a Jesús adoctrinando a sus discípulos respecto al tema tan espinoso del dinero. Los bienes materiales pueden hacer del que los posee un hombre perfectamente feliz o eternamente desgraciado.

El dinero es un instrumento que puede emplearse para evolucionar, para "salir adelante", para "alcanzar prosperidad", o también para amargarse, llenarse de codicia, perder toda relación y terminar por envenenar el corazón y el alma de quien lo atesora.

Jesús explica, suficientemente, con una parábola ingeniosa (Ver Mt 6, 24 - 34), que con el dinero "tan lleno de injusticias", debemos ganarnos amigos que, cuando muramos, nos reciban y nos acojan en el cielo.

¿Qué querría decir el Maestro con tan enigmática frase? 

Sin duda que, para bien o para mal, todos de alguna manera, usamos del dinero... Jesús no dice que sea "malo", sí dice y hay que subrayarlo que "se gana con mucha injusticia"... ¿Por qué?

Para la gran mayoría de los hombres, la forma "normal" de adquirir el dinero es "trabajando". Si no se trabaja, ordinariamente, "no se remunera", y si no hay "paga" no hay modo de tener lo que el dinero puede adquirir... Sin embargo, ¿Quién podría decir que su trabajo realmente vale lo que gana? ¿Unos cuantos centavos, de verdad, podrían pagar todo lo que se hace durante la jornada? Además, todos sabemos que la gente que "más trabaja" es casi siempre la que "menos gana"... es cierto que hay muchísimos asegunes pero "suele suceder".

También existen otras formas de adquirirlo, algunas que simplemente "se dan", como es la ocasión de aquellos que "heredan fortunas", tan sólo por ser el "vástago apropiado", nutriendo sus arcas y sin saber lo que a otros les cuesta el pan cotidiano.

Otras, son menos dignas, como los que roban y se apropian lo ajeno injustamente... los que encuentran la forma de que "alguien los mantenga", o sólo esperando que familiares, el gobierno o las instituciones de beneficencia los socorran, pero sin mover un dedo y dándose a la "buena vida", a los vicios y a la holgazanería...

O también aquella, en que los que están en la cima de las "castas sociales" y sin mucho esfuerzo ganan "jugosos salarios", honorarios "extra", bonos "ficticios", plazas "fantasmas", etc.

Sí, sí... Jesús sabía muy bien, y ahora todos nosotros lo sabemos, que "el dinero se gana injustamente". Pero el "problema real" de la frase no está en "cómo se gana", sino en "qué se hace con él". Así, pues, el Señor nos invita a todos a ganarnos amigos que nos acojan en el cielo... ¿Cómo?

La Biblia, en numerosos pasajes, nos habla de lo importante que es mantenerse "pobre", teniendo o no bienes, pero sin "donarles el corazón", evitando la avariacia y aprendiendo a compartir.

El culto a Dios echa fuera el culto al dinero. Nadie puede servir a dos amos, pues odiaría a uno y amaría al segundo.

"Ganarse amigos", con este dinero "injusto", es siempre un reto cotidiano... ya lo decía Javier Herrera: 

"La riqueza de un hombre no se encuentra en la cantidad de dinero que posea, sino en la calidad de sus conocimientos y de su educación", medios que, sin duda, le ayudarán a sentirse "siempre necesitado" y "nunca del todo satisfecho".

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