El corazón humano es el órgano principal de nuestro sistema circulatorio... es el "motor" de nuestro cuerpo, y ni de día ni de noche dejará de latir, garantizándonos la vida...
Su ciclo de funciones está conformado por dos movimientos subsecuentes:
1. La sístole.- Que se presenta cuando el corazón se "contrae" con el fin de expulsar la sangre hacia los tejidos.
2. La diástole.- Cuando el corazón se "relaja" para recibir la sangre, procedente de los diversos tejidos.
El corazón provee de sangre purificada a todo nuestro cuerpo, conduciéndola ordinariamente por nuestras arterias (a diferencia de las venas, es decir, de esos vasos que "recogen" la sangre, poco oxigenada, y que la conducen de regreso para ser purificada).... Esta "expansión" de nuestras arterias puede "sentirse", es a lo que llamamos comunmente "pulso". Se trata, pues, de una comprobación de las funciones de nuestro corazón y de sus latidos que nos vivifican.
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El día y la noche son el "pulso de la vida"...
A veces, el día funge como la "sístole" de nuestra existencia. Nos "contraemos", es decir, hacemos un esfuerzo para "regar vida al mundo", trabajamos, convivimos, damos frutos...
A veces, la noche funge como la "diástole". Nos "relajamos", retornamos a nuestros hogares, descansamos, dormimos y nos "purificamos", con el fin de retornar al día siguiente con las fuerzas necesarias para continuar viviendo...
Como podrá avistarse, el orden puede cambiarse si las personas suelen "descansar de día", y "trabajar de noche".
Como sea, tarde o temprano moriremos, y en este mundo se dará nuestra "diástole definitiva"... pero la fe nos consuela, y nos aclara que en la otra vida tendremos una "sístole" eterna... donde con Dios gozaremos, y con Él viviremos... para nunca más morir...
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