viernes, 16 de noviembre de 2012

Me duele que te duela... (Endecha)


Cuando la Impotencia, maldita e impaciente, toca a la puerta de esta casa, te lo juro, vida mía, no quisiera ni escucharla ni abrirle... insiste, repite, vuelve a llamar, y muy a mi pesar "debo" recibirla... ¿Quién me manda ser tan hospitalario?

Llega, y comienza su "festín"... muy a sus "anchas" se mofa de mí, abunda en sus "delicadezas vulgares" y visceral arremete sobre sesos y corazón... y yo, con la cerviz agachada, con el ánimo por los suelos y la sangre en mis venas a punto de ebullición, voy tolerando servil cada una de sus espinas, de todas las que desea clavar en mi pecho, como dardos envenenados, como flechas puntiagudas y mortales...

Ah, me duele que te duela... y no me alcanzará la razón para comprenderlo...

Por más que quise conservarla, mi burbuja de cristal se rompió, presa de los impactos del hado y de la moral... la jaula de mi patio, embellecida con aureos barrotes, dejó escapar a la avecilla que con sus alegres cantos, día a día iba despertándome de mis múltiples sosobras y de mis tristes naufragios... vivo, pero sin vivir... y débil me encuentra la luna, y aletargado me saluda el Sol, y me reclaman ambos por no volver, en "aparente apariencia", ni a comer ni a sonreír...   

Vuelve, mimada, y levántame de este barro... álzame de la basura y límpiame de este estiércol... purifica mis arterias y embellece mis pensamientos... recorre mis nervios y resucita mi ilusión...

Alma de mi alma, color de mis colores... corazón de mi corazón... mírame... ¡Aquí estoy!

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