Un gran escritor de la Iglesia, llamado Tertuliano, dijo en alguna ocasión que "La Sangre de los Mártires es Semilla de Cristianos"... Pues si nuestra tierra sigue bendecida con la fe en Cristo, podemos estar seguros que es en gran parte porque ha sido regada con la fecunda sangre de los héroes de nuestra religión.
Hace 7 años (el 20 de noviembre de 2005), el Papa Juan Pablo II beatificó al "Maistro" José Anacleto González Flores y con él a otros 8 compañeros mártires, sumándose a los 25 ya canonizados por el mismo Pontífice, encabezando la lista el Sr. Cura D. Cristóbal Magallanes Jara, el 21 de mayo del año 2000.
Magníficas fueron las hazañas de estos "titanes de la fe". Sus vidas ilustres concluyeron fecundas recibiendo la corona del martirio, y nuestro suelo se vio engalanado, y ganamos, indignos, poderosos intercesores ante el Cielo.
Hoy, honramos su memoria, y nos enorgullece pensar que si vivieron firmes y murieron fieles, fue porque toda su existencia estuvo marcada a sangre y fuego por la pasión (o locura, dirán otros) de la Cruz del Señor.
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Humildemente, considerando su ejemplo, les dedico, agradecido, esta breve poesía:
Perdieron la vida, ganando una palma.
Mataron su cuerpo, y salvaron su alma.
Cerraron su aliento, inmersas, las balas,
regando los prados en sangre de grana.
Mártires de Cristo, y de su Madre Amada,
feliz y orgullosa, la Iglesia os aclama:
Elevando oraciones, ofreciendo plegarias,
agradeciendo favores, llegando a sus plantas.
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